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Fósiles ¿qué pasa después de la muerte?

Un salto a la naturaleza
Publicado el 12 de Abril 2023

Fósiles ¿qué pasa después de la muerte?

Fósiles ¿qué pasa después de la muerte?

Por Yovany David Razo Ortega

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La humanidad ha tenido grandes avances científicos y tecnológicos que la han llevado a imaginarse y crear un futuro en el que máquinas e inteligencias artificiales sean los protagonistas de nuestras vidas, sin embargo, esto no ha quitado la fascinación de muchas personas por desvelar el pasado, relatar la historia del mundo y de aquellos que han precedido al tiempo actual; es gracias a estas personas que hoy conocemos parte de los acontecimientos más importantes del planeta, así como de los organismos que lo han habitado. Los paleontólogos son los héroes que se dedican al estudio de los restos de estas formas de vida antigua que otrora su diversidad y distribución sólo quedan lo que conocemos cómo fósiles, siendo estos últimos una de las partes medulares de la paleontología como ciencia. A pesar de que todos han escuchado, leído y hasta visto, ya sea en la televisión o en persona, un fósil, poco se puede llegar a saber sobre ellos, lo que lleva a una serie de preguntas cuyas respuestas no quedan sólo dentro del grupo especialistas en este tema; se puede cuestionar desde cómo se clasifican, cómo se forman, dónde pueden ser encontrados, hasta de qué tipo de organismos se obtienen.

 

De forma general se pueden encontrar dos tipos de restos: los fósiles como tal, que representan alguna parte anatómica de los organismos, siendo los más conocidos los huesos y esto tiene una razón de ser; para que los fósiles sean formados se requiere de una serie de eventos y características específicas, la más importante es que la estructura tenga un componente que no pueda ser degradado por actividad biológica, por lo que generalmente están compuestos de material inorgánico. Es por ello que, para grupos como mamíferos, aves, reptiles y anfibios, son huesos los que conforman gran parte del registro fósil y de los que se obtiene información de cómo fueron, vivieron y hasta se relacionaron entre sí; por otro lado, también se pueden encontrar fósiles de otros grupos de organismos que no posean estos huesos, como pueden ser invertebrados artrópodos y no artrópodos.

 

El otro tipo de restos son los icnofósiles que, aunque tengan un nombre similar a los descritos anteriormente, no se trata de lo mismo; este tipo de rastros del pasado pueden ser descrito como la evidencia de la presencia de algún organismo de interés, es decir, no se tiene una parte del animal en sí, sino una prueba de su paso por alguna zona en particular. El más claro ejemplo de ello son las huellas que se han mantenido casi intactas por miles o millones de años, pero no son las únicas, los nidos, madrigueras, oquedades, túneles, y entre muchas otras, son otra serie de evidencias de los organismos del pasado. Este tipo de fósiles ayuda también a desentrañar la historia, ya que se puede obtener información tal como el comportamiento o la alimentación. 

 

Sin embargo, no sólo los animales son capaces de dejar fósiles, ya que también organismos vegetales y hasta bacterias pueden ser estudiados a través de sus restos; el polen de las plantas es un característico en el estudio de estos organismos ya que las formas y arreglos son tan variadas como únicos, además de ser más resistentes de lo que parecen, por lo que son capaces de quedar para el futuro registro fósil, así mismo, las bacterias verde azules (cianobacterias) son conocidas por haber sido las principales formadoras de los estromatolitos, los cuales parecen sólo rocas pero, en un estudio más detallado, se logró identificar que se trata de un conjunto de bacterias que por su actividad permitieron la formación de estas rocas “vivas” y, aunado a lo anterior, tienen suma importancia en el entendimiento de las condiciones paleoambientales debido al tiempo geológico en que fueron formados.

 

La clasificación de los fósiles también se da de acuerdo con su tamaño, ya que se conocen principalmente de aquellos que miden unos cuantos metros, poco se habla de aquellos microscópicos que forman parte del registro del tiempo; pequeños foraminíferos, diatomeas y radiolarios, son algunos de los grupos más estudiados para la paleontología y, cómo pudiera esperarse, son denominados microfósiles, mismos que representan una importancia particular en áreas de conocimiento muy específicas como lo son la paleobatimetría y paleoclimas. 

 

La importancia que se le dé a un tipo de fósil u otro, dependerá del tipo de estudio en cuestión, el tipo de organismo, cantidad de material disponible y otros factores que se relacionan entre sí, todo acotado a quién esté llevando a cabo la investigación.

 

Para que un resto de algún organismo se convierta en fósil (cómo se había mencionado) se requiere de una serie de eventos, estos se han estudiado a través de distintos ojos y mentes, lo que ha llevado a la creación de lo que hoy se conoce como tafonomía que, de forma general, estudia los procesos, ya sea de conservación  o destrucción, por los que pasan los restos de un organismos después de su muerte; con base en esto, la tafonomía es reconocida como otra de las partes medulares de la paleontología. 

 

La parte que más interés genera es la de la conservación de las partes anatómicas y, dentro de esto, existe una serie de procesos que se engloban en dos conceptos: la bioestratinomía y la fosildiagénesis; el primero hace referencia a todo lo que ocurre a un cuerpo una vez que muere hasta que por acción natural queda enterrado, mientras que el segundo se basa en lo que le ocurre al mismo cuerpo cuando ya se encuentra debajo de alguna capa. Con esta información la palabra fosilización no sólo queda como el proceso en que se forma un fósil, sino que abarca una serie de conceptos y procesos ulteriores que son vitales para el ciclo de formación de estas piezas, tomando entonces un significado más general y, tal vez, más complejo en función de quien lo estudie, ya sea que esté interesado en desarrollarse como profesional del tema o sólo se considere un fanático de la historia de la diversidad biológica, en su tiempo geológico o en alguno anterior.

 

En la bioestratinomía, y enfocándose a los animales de los cuáles sus fósiles son muy conocidos, las partes de los organismos que han fallecido sufren uno de los primeros pasos para la fosilización (además de haber muerto), la descomposición de los tejidos blandos por estar a la intemperie, con la actividad biológica atacando directamente piel, músculos, nervios, tejido conectivo y todo aquello de lo que puedan obtener nutrientes, son la base para que las partes inorgánicas, en este caso los huesos, queden al descubierto; este proceso sigue las redes tróficas, los carnívoros y carroñeros son los primeros en ser partícipes, es dónde la posición, orientación y localización de los restos se ven modificadas, lo cual es importante dentro de los estudios tafonómicos. Después de esto, los organismos que degradan el material orgánico restante son microscópicos tales como bacterias y hongos, que terminan por dejar la pieza sólo con las partes a fosilizar, además de esta acción biológica, las partes sufren por las condiciones ambientales ya sea lluvia, viento o deslaves viéndose modificados en sus características fisicoquímicas. 

 

Es en este punto donde los dos principales procesos de la fosilización divergen, ya que para evitar estos daños a las estructuras y conservar de la mejor manera sus características originales, los restos deben de ser enterrados de forma casi inmediata a la muerte, esto varía según la localización del suceso, debido a que no son las mismas condiciones ambientales en un bosque que en un pastizal; lo que sí es seguro es que las mejores zonas para que se conserven son aquellas que tienen una alta tasa de sedimentación debido a que se genera rápidamente un ambiente aislado. Una vez que los restos se encuentran enterrados, el proceso de la fosildiagénesis tiene lugar, si bien es generalizado, no sólo consta de un paso directo entre el hueso y su fósil, sino que puede tomar diferentes caminos, lo que conlleva a que los restos terminen en condiciones distintas, pues dentro de este, se pueden encontrar variantes; todo en función de las condiciones que rodeen al cuerpo. 

 

Se han descrito, por ejemplo, la permineralización que hace referencia a la sustitución de las partes orgánicas restantes de la pieza por elementos inorgánicos, lo que ayuda a mantener sus características morfológicas en gran medida, lo que puede apreciarse una vez se haya hecho el descubrimiento. Otra de las formas en que se divide la fosildiagénesis es la del remplazamiento, que es similar a la anterior descrita, con la diferencia que las partes de la pieza que se sustituyen son inorgánicas, entendiéndose como una especie de recambio de un mineral por otro, de igual forma, se mantienen en su mayoría las características ya mencionadas. La carbonización es otros de los procesos asociados que se ha encontrado por los que puede pasar una parte anatómica, en este caso, la pieza una vez que quedó bajo capas de sedimento, lo hace con partes del tejido blando qué, por acción inevitable, se ve degradado por los microorganismos, cómo producto de esta degradación el material que resulta se combina con las partes inorgánicas del ambiente y de los restos, lo que crea una especie de fotografía fósil.

 

Pero que un cuerpo sea enterrado no es la única forma de que este se convierta en fósil, ya que los procesos que se describieron párrafos arriba hacen referencia a cuando la pieza en cuestión sufre modificaciones directas por el ambiente sumado a la actividad biológica, pero existen otras formas de conservar; tal vez el más conocido es por medio del ámbar, algo gracias a la cultura popular, en este caso la pieza a fosilizar queda dentro de este material que es una resina vegetal que con el paso del tiempo va adquiriendo composición inorgánica, lo que termina por funcionar como un aislante, evitando la pérdida de características originales, además, es un material cristalino y duradero, siendo una muy buena fuente de información. Poco se habla de los fósiles formados en turberas, que ofrecen un ambiente anóxico para la conservación, siendo este tipo de condiciones unas de las más adecuadas para este proceso por el que atraviesan las piezas anatómicas, además de ser lugares muy específicos dentro del planeta. El último de este tipo de fosilización es la que se da por conservación en hielo, siendo que la actualidad se han logrado descubrir organismos “intactos” que se conservaron de esta manera, siendo la mayoría de estos procedentes de tiempos geológicos muy próximos al que nos encontramos. 

 

La paleontología y los fósiles son un tema muy profundo y que requiere de un análisis detallado, pero siempre que alguien esté interesado en estos temas, se podrán sacar adelante nuevas investigaciones y crear conocimiento, metodologías y descubrimientos que están a la espera de alguien apasionado por el tiempo, la tierra y la vida.


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