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Pero, ¿Por qué México se está quedando sin agua?

Un salto a la naturaleza
Publicado el 18 de Mayo 2021

Pero, ¿Por qué México se está quedando sin agua?

Aunque francamente no ha es la primera vez que México pasa por una situación como esta, la falta de lluvias, la transformación del suelo y la mala gestión del agua condenan al país a repetir la agonía de temporadas extremadamente secas cada década con sus consecuencias sociales y económicas.

 

México vive actualmente una situación climática verdaderamente alarmante. En estos momentos hay una sequía terrible en el país, la cual afecta prácticamente todo el territorio nacional, incluyendo Aguascalientes. La Comisión Nacional del Agua ha publicado un reporte de su monitoreo sobre este fenómeno en México, en donde se aprecia que 85% del país experimenta en estos momentos algún grado de sequía, siendo especialmente grave en la zona centro y norte.

La localización y su clima hacen a México especialmente vulnerable de tener épocas de escasez de lluvias y épocas húmedas. Sobrevivir a la temporada seca depende de la cantidad de agua que consiga acumular los meses que llueve. Durante 2020, las precipitaciones no consiguieron abastecer del todo al conjunto de presas del sistema y ahora, en consecuencia, de las 210 presas más importantes de México, más de la mitad están por debajo del 50% de su capacidad. Además, 61 de ellas están en estado crítico con menos de un 25% de agua, especialmente en el norte y centro del país.

La deforestación, contaminación y consumo excesivo del agua son algunas de las causas que han provocado el desastre que vivimos actualmente. Los mantos acuíferos y reservas de agua no pueden regenerarse completamente mientras siguen siendo explotados para consumo humano, especialmente en el sector agrícola e industrial.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), solo 14% del agua que se utiliza en México va a para el abastecimiento público. La gran mayoría se utiliza en el sector agrícola e industrial, que corresponde al 76% y 5% respectivamente. A su vez, 5% de este recurso va para la generación de energía hidroeléctrica.

No hay que dejar de lado que la contaminación industrial también reduce la cantidad de cuerpos de agua disponibles para utilizar. Las industrias más contaminantes son las embotelladoras y refresqueras, quienes obtienen enormes ganancias por procesos que son muy baratos y además requieren enormes cantidades de este líquido.

Si bien es importante tomar acciones de cuidado de forma individual, no podemos dejar de lado que gran parte del problema que vivimos tiene su origen en actividades económicas de gran escala. La propia industria ganadera y agrícola a comenzado a resentir los efectos de esta sequía.

Las consecuencias de este evento meteorológico afectan gravemente a quienes se sustentan mediante actividades agropecuarias de bajo impacto. Con los lagos secándose y las presas reduciendo su reserva, muchas familias están perdiendo sus fuentes de sustento.

Benjamín Martínez López, investigador del Centro de la Atmósfera de la UNAM, explica que lo mucho que llueve o deja de llover así como la duración de las sequías, depende de un complejo sistema atmosférico y la relación entre el fenómeno del Niño y la Niña. Cuando el agua que superficial del Pacífico oriental —la que envuelve las costas de México— se enfría no hay lluvias en el continente, como ocurre ahora mismo. Este fenómeno se conoce como Niña. Tendremos que esperar a que las masas de agua caliente de Indonesia se desplacen hasta llegar al otro lado del océano, calienten la superficie de las costas y con el agua evaporada se formen las lluvias y los huracanes. “Ahora mismo la Niña está remitiendo y en las próximas semanas la superficie del agua se calentará y empezará a llover”, detalla.

Este fenómeno cíclico condiciona en el calendario cuándo llegarán las temporadas húmedas y secas y cuánto durarán. López añade que dentro de estas variaciones hay tendencias de épocas menos lluviosas o más secas que pueden durar hasta 15 años, y que, pese a las sequías que sufre México, ahora las lluvias de media van al alza en comparación a hace 20 años. En 1996, la peor de las sequías registradas provocó incalculables pérdidas en los cultivos, hasta el punto que se paralizaron las exportaciones y los ganaderos malvendieron su ganado para que no falleciera de hambre.

Desde entonces, la cantidad de agua que ha llovido ha ido en aumento. “El cambio climático está propiciando que se generen más Niñas, lo que se traduce en más huracanes y más lluvias en la región”, puntualiza. Por lo tanto, el agua que llueve sobre México debería ser suficiente, el problema está en otros factores.

 

José Antonio Benjamín Ordoñez-Díaz, profesor del Instituto Tecnológico de Monterrey, señala que las sequías siempre han estado ahí, pero la acción del hombre ha agravado sus consecuencias y empeorado la disponibilidad del agua. La deforestación, la extensión de las superficies urbanizadas y la transformación de terrenos como bosques o humedales en campos, han dificultado la capacidad de retención de agua. “Cuando cortas un árbol, te estás llevando la mitad de su peso en agua que tenía ese ecosistema”, señala para explicar que sin vegetación, el agua no se infiltra en los suelos y se evapora más rápido. Con el aumento de las temperaturas de los últimos años (en 1985 la temperatura media anual era de 20,4 grados, en 2019 fue de 22,4), el fenómeno se acelera. En consecuencia, los suelos se secan más rápido y se desatan los incendios que arrasan con la vegetación y la biodiversidad.

Pero cómo esto ha afectado a distintos gremios de la agricultura:

Gumaro López Cuadras cultiva maíz y frijol desde hace 40 años en el valle del Évora, en el centro del Estado de Sinaloa. Cuando se notificó que los niveles de las presas habían bajado drásticamente, llegando de media al 18,23% de su capacidad el pasado 15 de abril, implantó un sistema de riego que reduce el flujo de agua que le lleva a su campo a la mitad para al menos rescatar su cosecha de legumbres, un producto que crece bien sin humedad. “Ojalá que llueva porque la estamos batallando”, expresa. “Los cultivos de baja demanda de agua no son rentables para el agricultor, pero solo para no dejar las parcelas sin siembra las plantamos”, añade López.

Los ganaderos también son víctimas directas de la sequía. Joaquín Arizpe, presidente de la Unión Ganadera Regional de Coahuila, narra que ya se han notificado muertes de vacas por hambruna, como ocurrió en 1996 y 2011. Cuando no llueve, los ganaderos no pueden plantar follaje para alimentar a sus vacas y deben sustituir su dieta con un suplemento de proteínas. También deben hacerlas caminar más kilómetros para llegar a los arroyos o directamente subirlas a camiones para llevarlas a beber. Con las presas casi vacías, los costos aumentan, y en los peores casos las reces acaban muriendo por inanición.

La falta de investigación para poder desarrollar tecnología y planes de prevención que eviten la falta de agua en las presas es una de las principales razones por las que México vive condenada a repetir su historia, según el investigador Martínez López. “Es fundamental entender cómo funciona nuestro sistema de agua para simular escenarios y prepáranos en caso de una época seca”, subraya. Para López, el agua que llueve en México debería ser suficiente si se almacenara bien para evitar pérdidas en las deterioradas infraestructuras. También si se distinguiera entre aguas grises y negras, para depurar las primeras y reintroducirlas en el ciclo para uso agrícola. “La ciencia es una inversión, pero acaba pagando y lo devuelve a la sociedad”, sentencia.


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