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La pesca insostenible: la urgencia de océanos sanos

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Publicado el 19 de Abril 2021

La pesca insostenible: la urgencia de océanos sanos

La sobrepesca en los océanos consiste simplemente en la captura de la fauna silvestre marina en cantidades demasiado elevadas como para que las especies capturadas puedan restablecerse. La primera situación de sobrepesca se produjo a comienzos del siglo XIX, cuando el ser humano diezmó la población de ballenas para obtener grasa para la fabricación del aceite que empleaba en las lámparas de la época. 

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Fotografía por: @manjarrez.a

Algunos de los peces que consumimos, como el bacalao, el arenque del Atlántico y las sardinas de California, también fueron capturados en cantidades tan elevadas que estuvieron al borde de la extinción a mediados del siglo XX.

Estos agotamientos regionales y de carácter aislado, sumamente perjudiciales para la cadena alimentaria, se convirtieron en un suceso global y de proporciones catastróficas a finales del siglo XX. 

¿Cuándo comenzó?

A mediados del siglo XX, las iniciativas internacionales destinadas a aumentar la disponibilidad y la accesibilidad de los alimentos ricos en proteínas redundaron en iniciativas gubernamentales conjuntas encaminadas a aumentar la capacidad pesquera. Las políticas, préstamos y subsidios que tenía por objeto favorecer este aumento multiplicaron con rapidez las grandes operaciones de pesca industriales, que pronto sustituyeron a los pescadores locales en su papel de proveedores de pescado y marisco en todo el mundo.

Estas grandes flotas comerciales cuyo objetivo era lucrarse al máximo utilizaban técnicas extremadamente agresivas que agotaban las poblaciones de los océanos, y desarrollaban métodos y tecnologías cada vez más sofisticados a la hora de encontrar, extraer y procesar las especies que capturaban. Los consumidores no tardaron en acostumbrarse a tener a su alcance una amplia selección de especies de pescado a precios accesibles.

Pero en 1989, cuando las capturas procedentes de los océanos rondaban los 90 millones de toneladas, la industria había tocado techo y sus rendimientos han descendido o se han estancado desde entonces. Las reservas de las especies más solicitadas como el pez reloj anaranjado, la lubina chilena y el atún rojo han caído en picado. En 2003, un informe científico estimó que la pesca industrial había reducido el número de peces grandes que habitan en el océano al 10% de la población existente antes de la etapa industrial.

¿Cuándo terminará?

Debido al colapso de las poblaciones de peces grandes, las flotas comerciales se adentran en zonas cada vez más profundas de los océanos y apuntan a niveles inferiores de la cadena alimentaria en busca de capturas viables. Esta llamada «pesca esquilmadora» está provocando una reacción en cadena que está perturbando el delicado y ancestral equilibrio del sistema biológico de los mares.

Un estudio sobre los datos relativos a las capturas realizado en 2006 y publicado en la revista Science predijo trágicamente que, si se mantenían las tasas de pesca, todas las pesquerías del mundo se desplomarían para el año 2048.

¿Qué nos depara el futuro?

En los últimos 55 años, a medida que la pesca de todas las especies ha tenido rendimientos cada vez menores, el hombre ha empezado a comprender que los océanos que antes creíamos infinitamente inmensos y ricos son en realidad muy vulnerables y sensibles. Si a eso le sumamos la sobrepesca a la contaminación, el cambio climático, la destrucción de hábitats y la acidificación, nos encontramos con un sistema en crisis.

Muchos científicos afirman que la mayoría de las poblaciones piscícolas podría reponerse con una gestión más activa de la pesca, una mejor aplicación de la legislación que regula las capturas y un mayor uso de la acuicultura. Y en muchas regiones, hay motivos para la esperanza. Sin embargo, la pesca ilegal y la explotación insostenible todavía abundan en la industria. Y un público que se ha acostumbrado a disponer de abundante pescado y marisco y que se muestra indiferente ante la grave situación de los océanos complica las iniciativas encaminadas a reparar el daño que hemos causado.

La sobreexplotación del mar.

La pesca insostenible se ha identificado como la amenaza más generalizada de todas las amenazas locales a los arrecifes de coral. Más del 55% de los arrecifes del mundo están amenazados por la pesca excesiva y/o la pesca destructiva. Algunas regiones, como el sudeste asiático, están particularmente amenazadas, donde casi el 95% de los arrecifes están afectados. De hecho, muchos de los arrecifes de coral más remotos del mundo están muy explotados. La ref. pesquería derivada del arrecife es una fuente importante de alimentos y medios de vida para muchas comunidades costeras de todo el mundo. En algunos casos, estas pesquerías están bien administradas y pueden ser un recurso sostenible. Sin embargo, las poblaciones de peces son cada vez más amenazadas debido a numerosos factores, incluida la mayor demanda de pescado y productos del mar; métodos de pesca más eficientes; gestión y aplicación inadecuadas; y falta de opciones de medios de vida alternativos.

Otro método de pesca destructivo implica el uso de cianuro para aturdir y capturar peces vivos para alimentar con peces arrecifes vivos o los mercados de peces de acuario. El cianuro que se rocía o se arroja en los arrecifes puede dañar y matar a los corales. Además, los pescadores a menudo rompen los corales cuando intentan extraer los peces aturdidos, causando un mayor daño al ecosistema de los arrecifes de coral. Desafortunadamente, alrededor de un tercio a la mitad de los peces recolectados usando este método mueren poco después de ser cosechados, ref. haciendo de este un método de cosecha particularmente destructivo.

Algunos tipos de artes de pesca, incluidas las redes de enmalle y las redes de playa, también pueden dañar los ecosistemas de los arrecifes. Estos tipos de aparejos de pesca se arrastran a lo largo del fondo del océano y capturan o aplanan especies y corales juveniles no objetivo en su camino. Los aparejos de pesca abandonados, como las trampas o redes perdidas, pueden continuar la “pesca fantasma”, es decir, atrapar presas y sofocar corales durante meses o años después del despliegue. Las redes abandonadas también pueden enredar y desprender los corales debido a la acción de las olas. Además, el buceo y el buceo con aire superficial suministrado han abierto áreas más profundas para los pescadores de pepinos de mar, ostras de perlas, langostas, pulpos, peces, conchas y corales. Los métodos de pesca destructivos, como la dinamita, trasmallo y las redes de cerco de playa, son muy insostenibles porque, por lo general, no se dirigen a especies de peces particulares y con frecuencia provocan la muerte de juveniles en el proceso. El daño a la estructura de los arrecifes de coral reduce aún más la productividad del área, lo que afecta negativamente a las poblaciones de peces dependientes de los arrecifes y también a los medios de vida de los pescadores y las comunidades cercanas. 

 

Impactos de la sobrepesca y la pesca destructiva. 

  1.  Sobreexplotación directa de peces, invertebrados y algas para la alimentación y el comercio de acuarios.
  2. Eliminación de una especie o grupo de especies que impactan múltiples niveles tróficos
  3. Captura incidental y mortalidad de especies no objetivo
  4. Cambios de coral a dominancia de algas debido a la reducción de herbívoros
  5. Impactos físicos en ambientes de arrecifes asociados con técnicas de pesca, artes de pesca y anclaje de embarcaciones pesqueras.

La pesca: un monstruo insostenible

Con el fin de satisfacer nuestras necesidades alimenticias, los humanos desarrollamos diferentes métodos de recolección y subsistencia, la pesca fue uno de los más importantes. Siendo una de las primeras actividades humanas, se tiene registro de ella desde la edad de piedra, aunque hay quienes sostienen pudo haberse practicado desde mucho antes.

Esta industria goza de una vida alejada de los reflectores, dada la lejanía y lo remoto de su actividad, su impacto en nuestra vida cotidiana es prácticamente invisible. Como suele ocurrir en la naturaleza, que no veamos algo no quiere decir que no exista. De mismo modo, el impacto en el planeta a casusa de la intensa actividad pesquera existe y ahora podemos medirlo. 

Global Fishing Watch es una plataforma en línea gratuita que permite rastrear embarcaciones casi en tiempo real, lo que permite monitorear y medir la intensidad de pesca en diferentes puntos del globo. Gracias a dicha plataforma, y a un estudio publicado en la revista Sciencie, sabemos que China, España, Taiwán, Japón y Corea del Sur acaparan el 85 por ciento de la pesca en alta mar de todo el planeta, lejos de sus propias zonas económicas exclusivas.

La pesca en México

Mientras que Europa y Asia se disputan el mercado global con tácticas de pesca cada vez más agresivas para la fauna marina, en México la pesca es una actividad económica a la que poco se mira actualmente. Las razones para tal desinterés gubernamental no son del todo claras, podríamos señalar al centralismo excesivo que han propiciado las administraciones contemporáneas o al desplazamiento de las comunidades pesqueras por megaproyectos (turísticos, energéticos o inmobiliarios) a los que se les impide continuar con su oficio, condicionándolos a la precariedad. 

Según datos oficiales del INEGI, México tiene 11 122 kilómetros de litorales, España que fue el tercer lugar en volumen de pesca a nivel global en 2016, tiene solo 7 mil kilómetros de litorales. Pesé a la gran diferencia de potencial territorial México no logra entrar entre los 16 primeros lugares. La gran extensión de litorales significa un gran potencial de recursos pesqueros; sin embargo, la actividad pesquera no está lo suficientemente desarrollada.

En Veracruz la reducción en la producción ha ido en declive. En 2015 la producción bajo un 30 por ciento en comparación con años anteriores, de 75 mil toneladas que se producían al año bajo a 55 mil toneladas, según Rafael Cruz Hernández, director de la Sedarpa en 2015.

El panorama veracruzano en torno a la pesca es poco alentador, con la reducción de la producción a causa de factores ambientales, como el calentamiento de las aguas, o la acidificación del mar, y las alteraciones de los espacios comunes para su práctica (como la ampliación del puerto) es claro que, tanto el gobierno, como los empresarios deben interesarse en rescatar e incentivar la práctica de la pesca.


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