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El futuro y los retos de la investigación científica en México.

Lo más importante
Publicado el 29 de Septiembre 2021

El futuro y los retos de la investigación científica en México.

La investigación científica en México.

Sin duda uno de los retos más relevantes que tiene México es desarrollar una sociedad del conocimiento dinámica y flexible que permita llevar al país a su máximo potencial. En este sentido, los mecanismos de investigación y desarrollo que incluyen la investigación científica tecnológica y la posterior transferencia de los resultados de dicha investigación son esenciales en la ecuación del desarrollo.

 

En México la tarea de crecimiento y desarrollo de la investigación ha recaído principalmente en Instituciones de Educación Superior (IES) con la ayuda de los sectores, tanto públicos como privados. Sin embargo, organismos internacionales como el Banco Mundial o la UNESCO informan que a la fecha nuestro país gasta el equivalente a 0.5% de su PIB en investigación y desarrollo. Esta cifra está muy por debajo del porcentaje mundial que es de 2.3%. Países como Israel, Corea o Finlandia destinan hasta 3% del PIB, cifra que se ve muy lejana en México. Si a esto le agregamos que cerca de 70% de dicho gasto proviene de fondo públicos (presupuesto gubernamental), vemos que como país tenemos aún muchas áreas de oportunidad.

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¿Por qué es relevante la investigación?

 

Desde una perspectiva institucional la investigación tiene como misión definir objetivos, estrategias, programas, lineamientos de gestión e instrumentos de operación, para generar, aplicar y transferir conocimientos científicos y tecnológicos en la investigación básica y aplicada, para la formación de capital humano del alto nivel, con la correspondiente difusión y divulgación de los resultados que contribuyan al desarrollo sustentable de México.

En este contexto se ha definido la visión de la investigación como “ser incluyente en los procesos de formación y actualización de la investigación educativa, científica y tecnológica a nivel nacional e internacional, con base en definir líneas y redes de investigación acordes a la Política Nacional de Ciencia y Tecnología, para contribuir con ética, decoro y transparencia al desarrollo científico, tecnológico y a la innovación, con impacto social”.

Si nos ajustamos a la misión y visión antes descritos, el avance tecnológico y la globalización demandan modelos de investigación innovadores para enfrentar grandes desafíos, por lo cual debe fortalecerse la vinculación entre los sectores educativo, empresarial y social. Por ello se requiere de nuevos paradigmas de investigación que se adecuen a la dinámica actual.

En ese sentido se recuerda lo expuesto por Delors (1996) cuando señala que la educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares:

 

  • Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia. Lo que supone, además: aprender a aprender para aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de
    la vida.
  • Aprender a hacer, a fin de adquirir no solo una calificación profesional, sino una competencia que capacite al hombre para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo, a causa del contexto social o nacional.
  • Aprender a vivir juntos, desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia al realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos, respetando los valores de pluralismo, la comprensión mutua y la paz.
  • Aprender a ser, para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal.

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En estos pilares recaen los objetivos de la investigación:

  • Promover la investigación dentro de todos los sectores (público, privado y social).
  • Coordinar y servir de enlace entre todos los diferentes sectores, respecto de las actividades de investigación, integración de comunidades para eventos conjuntos en el desarrollo de la
    investigación científica y tecnológica.
  • Fomentar acciones que contribuyan al desarrollo de los diversos sectores.

10 preguntas que toda universidad de futuro debe plantearse.

Las universidades son instituciones que cuentan con reconocimiento, y es que a escala mundial la educación superior no para de crecer y su masificación es una prueba de progreso que debemos celebrar, por ello existen 10 preguntas imprescindibles que toda universidad de futuro se tiene que hacer:

  1. En un mundo que dobla el acceso al conocimiento cada año, ¿qué contenidos deben estudiarse? ¿Por qué los organismos de acreditación de cada país se empeñan en defender programas nacidos de un mundo enciclopédico que dejó de existir?
  2. En un mundo donde la capacidad de analizar datos crece exponencialmente, ¿cómo podemos continuar haciendo docencia e investigación al margen de esas herramientas? No hablamos ya del imperativo de facilitar su aprendizaje a los alumnos, hablamos de cómo los grupos de investigación usan estas herramientas y mejoran
    sus capacidades investigadoras.
  3. ¿Cómo vamos a utilizar en la universidad la creciente capacidad de la Inteligencia Artificial? ¿Cómo vamos a ponerla al servicio de la
    investigación?
  4. Los nuevos egresados competirán con los robots. Buena noticia, habrá que formarlos para algo más que rutinas manuales e intelectuales. ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Cómo facilitamos que cada uno construya competencias que tiendan a ser únicas?
  5. La realidad virtual tiene un alto potencial de aplicación al aprendizaje y la investigación. ¿Para qué implementamos este tipo de soluciones
  6. Formamos a gente para un mundo complicado cuando lo que van a encontrar es un mundo complejo. ¿Cómo vamos a resolver este abismo? Tenemos una academia muy preparada para aprender, pero no estamos seguros de su capacidad para desaprender.
  7. Nuestro entorno de información y conocimiento es exponencial. Tenemos la necesidad de formar a gente que sea capaz de construir grandes síntesis con gran agilidad.
  8. Todos admitimos que los egresados de la universidad van a tener una vida profesional muy líquida. Van a trabajar para otros como empleados, van a ser Freelance, emprendedores o híbridos entre estas situaciones. Van a vivir en el cambio; pero ¿no es una contradicción que quienes les forman sean gente de una sola experiencia profesional? ¿Cómo da respuesta a esto la investigación en gestión y otras ciencias sociales?
  9. El mundo es global, pero la universidad es local. Empiezan a proliferar soluciones de universidad global. Ante ello, ¿qué van a hacer los diversos sectores en turno?
  10. Desde hace años se habla de la triple hélice, que fuera de dos o tres ecosistemas de innovación, aunque no ha dado resultados en ninguna parte. ¿No debería ser hora de plantear que esta relación debe ser repensada del todo? ¿No deberíamos poner gente a hacer transferencia en ambas direcciones que realmente vea en ello un valor diferencial?

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Urge fomentar la investigación en México

El país se ha rezagado en inversión en ciencia y tecnología respecto a naciones como Corea; el dinero destinado a este rubro disminuyó de 0.60% del PIB al iniciar los años 80, a 0.45% en 2005.

Es de todos conocidos la importancia que tiene fomentar la investigación científica  como impulsor del desarrollo económico en un país. A manera de ejemplo, recordemos la comparación entre México y Corea del Sur.

Al inicio de los años 80, el país asiático tenía un PIB por habitante de 1,893.2 dólares corrientes, inferior al PIB per cápita mexicano que era de 2,514.7 dólares corrientes. A principios de este siglo la diferencia se transformó abismalmente. En 2003, nuestro país obtuvo un PIB  por habitante de 7,224 dólares corrientes, es decir, menos de la mitad que Corea del Sur, que alcanzó 15,956.5 dólares.

El éxito económico coreano tiene que ver con el hecho de que prestaron especial atención al desarrollo tecnológico, incrementando dramáticamente sus inversiones en ciencia y tecnología (que alcanza 2.5% del PIB) con vistas a la sustitución eficiente de importaciones y a la conquista de espacios crecientes en el mercado mundial, creando tecnologías propias.

Mientras Corea del Sur cerró aceleradamente su brecha tecnológica respecto de los países líderes, México la agrandó; nuestra inversión en ciencia y tecnología disminuyó de 0.60% del PIB al iniciar los años 80, a 0.45% del PIB en 2005.

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México  ocupa el lugar número 67 de 146 países, hasta 2011, en el Índice  de la Economía del Conocimiento (IEC) del Banco Mundial. De acuerdo con esta institución, las economías basadas en el conocimiento son aquellas que invierten en capital humano y social, y promueven la generación de nuevos conocimientos para crear bienestar y resolver dificultades en la sociedad. Este índice se calcula con base en cuatro componentes:

 

-Incentivos económicos y régimen institucional.

-Educación y recursos humanos.

-Sistema de Innovación.

-Tecnologías de Información y comunicación

Es evidente que durante muchos años México ha realizado inversiones insuficientes en ciencia, tecnología e innovación. Como resultado, el potencial de crecimiento de la economía es inferior al de otros países. Esta situación debe mejorar si México aspira a alcanzar un nivel de competitividad comparable al de otras economías emergentes.

En el documento ‘Perspectivas OCDE: México Reformas para el Cambio', el organismo internacional señala que el nivel general de innovación en México es realmente bajo, no solo en comparación con otros países de la OCDE, sino también con las economías emergentes más dinámicas. Según los indicadores disponibles, refiere que el gasto en I&D como porcentaje del PIB sigue siendo inferior, en contraste con un promedio superior al 2.3% en el conjunto de la OCDE y cercano al 1.7% en China.

México deberá aprovechar plenamente sus recursos para impulsar un desarrollo basado en el conocimiento y aprovechar sus activos en la materia, que comprenden polos de excelencia en la educación superior y la investigación científica, un acervo considerable de técnicos e ingenieros altamente calificados, una amplia capacidad emprendedora y, sobre todo, una población joven.

En México, aún hay mucho por hacer para mejorar los indicadores de competitividad relativos a la investigación científica y el desarrollo tecnológico. Entre los países de la OCDE, ocupamos el último lugar con 1.02 investigadores empleados de cada mil miembros de la población activa, mientras que el primer lugar (Dinamarca) reporta 15.65 investigadores científicos por cada mil empleados. Este tipo de indicadores puede mejorarse de varias maneras, una de las cuales es incrementando la inversión pública y privada en ciencia y tecnología. “Invertir en ciencia, tecnología e innovación (CTI) es fundamental para el desarrollo económico y el progreso social. En la actualidad, la investigación y los avances en el campo de las tecnologías verdes contribuyen al progreso económico y social al tiempo que respetan el medio ambiente y construyen sociedades más ecológicas e inclusivas”. Los países que reportan el mayor desarrollo económico y social como Israel, Korea del sur o Japón invierten más del 3% de su Producto Interno Bruto en investigación científica, mientras que México nunca ha superado el 0.5% del PIB aún y cuando la intención apuntó a invertir 1% del PIB en algún momento de su historia.

Es evidente que existe una correlación importante entre la producción científica de un país, la inversión dedicada a esta por el Estado y el nivel de desarrollo económico y el bienestar social. Es decir, a mayor inversión, mayor producción científica, mayor crecimiento económico y mayor bienestar social. Por supuesto, también hay que considerar que el crecimiento económico de un país no sólo depende de su inversión en Ciencia e Innovación, son muchos los factores que interactúan para poder mejorar los indicadores de bienestar en una sociedad. 

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Lo fundamental es entender y asimilar la importancia de la construir una cultura y una comunidad que promueva sociedades del conocimiento. Para lograrlo, hay que darse a la tarea de promover esquemas que impulsen proyectos científicos donde participen investigadores expertos en diferentes disciplinas, que sean integradores y orientados a solucionar problemáticas fundamentales de la sociedad. Como acciones complementarias es necesario aumentar la divulgación científica en todos los niveles, organizar ferias de ciencia, inculcar las vocaciones científicas desde los niveles escolares más elementales, mostrar a la sociedad evidencia contundente de los beneficios a la sociedad que aporta la investigación científica y el desarrollo tecnológico, y muy importante, integrar una comunidad científica de ciudadanos, no sólo de una élite de académicos destacados.

Conclusión.


La universidad y los diferentes sectores se enfrentarán a entornos de alta disrupción, por ello se debe tener la capacidad de innovar, hacer progresar la ciencia y con esta a la humanidad al generar conocimientos de frontera. Ese es el gran reto para México: generar más investigadores y profesionales como agentes de innovación para lograr el desarrollo sostenible del país.


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